El manicomio republicano
La irracionalidad de los nueve aspirantes del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos parece inagotable. Y difícilmente nos veremos ante una mejor ocasión para comparar el tamaño de sus despropósitos que el debate que dedicaron, el pasado martes en Las Vegas, a temas de seguridad y migración, al calor de los atentados terroristas de las últimas semanas.
Una vez a bordo del tren del absurdo prácticamente todo es posible y permisible. Se puede, por ejemplo, tirar por el excusado el derecho fundamental a una vida privada y calificar el tenue respeto de Barack Obama a la privacidad de sus ciudadanos, avance frágil y trabajosamente ganado, como una decisión ridícula y “políticamente correcta” que pone en riesgo a toda la población de su país.
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